La política, según nuestra visión, debe ser regida por la ética. Su objeto es realizar los valores fundamentales de libertad, tolerancia, igualdad, solidaridad, justicia social y paz. No es posible alcanzar el cumplimiento de dichos valores si, al mismo tiempo, se emplean en su logro métodos discordantes con ellos. Los fines y medios, en política, deben ser coherentes entre sí.
De tal forma lo anterior, que los métodos de la no-violencia, de ejercicio y aplicación del Derecho y la justicia, el diálogo y comprensión, la serenidad y perseverancia para introducir los cambios que nos conduzcan a nuestra utopía, son los procedimientos adecuados en el marco democrático.
“La tentación del pragmatismo, que es olvido de los valores fundamentales y sustitución de éstos por el egoismo, el clientelismo, la avaricia, la corrupción y el ansia de poder, es nuestro principal enemigo, y sabemos que su más profunda raíz se encuentra en el centro del corazón humano”. (Proyecto de Plataforma para el Congreso Ideológico de la IDC, 1993).